Crónica de una muerte anunciada

Por fin coincidí hoy con Cayetana, y como vosotros me presagiasteis, hubo problemas a la vista. Nuestro encuentro fue, como viene siendo habitual en el baño, la dije que estaba desaparecida, que estuve intentando localizarla para hacer algo pero que no estaba nunca disponible.Me dijo que estuvo cenando cn su novio, el banquero. Que se llama Daniel (eso ya lo sabía gracias a mis chicas del blog) y lo más fuerte vino después. La pedí una buena razón para no besarla, me dijo que podría darme miles, pero justo cuando iba a poner mis labios en los suyos me soltó una granada de mano: "No puedo porque me caso". Soltó la frase como el que dice que va al cine y se fue del aseo... No sabía como reaccionar.

Sin pensarlo me fui a ver a Mustang. Ya sabeis que él sabe algo de la relación pero sin saber que la mujer misteriosa es Cayetana. Le conté que se casa y que no queda más remedio que dejarlo, y después de pensarlo un poco, él me dijo que si tanto me interesa esa chica, que luche y que intente mantener la relación con ella, aunque ella siga con su novio... No me hace mucha gracia ser el "otro" pero no quiero perderla.

Así que, con estas me fui a llevar un paquete a Cayetana. Estaba super tirante conmigo e incluso volvió a sorprenderla que estuviera en el despacho. La comenté la idea de seguir juntos aunque ella se casara con el banquero, pero no le hizo demasiada gracia. Me dijo que era una persona sensata y que no podía ser. Como os digo, era la crónica de una muerte anunciada, la muerte de nuestra relación, algo que por desgracia se podía ver venir.

Me fui del despacho y seguí deambulando por la revista, hasta que salí a dar un paseo para que me diera el aire y pensar a gusto. Y joer, menos mal que salí... Me encontré en el parking con una imágen bastante fuerte. Estaban intentando atracar a Cayetana. Salí corriendo para intentar ayudarla y el caco huyó dejando todas las cosas de Cayetana en el suelo. La verdad es que ella estaba muy asustada, casi temblando. La pregunté si estaba bien, comprobé que no la habían pinchado ni arañado con el destornillador que tenía el ladrón y luego la abracé. Le ofrecí entrar en la revista para que se tranquilizara pero ella prefería que no, que mejor fueramos a su casa para estar más tranquila.

Me voy con ella para no dejarla sola, ella me lo pidió y aunque no lo hubiera dicho, yo lo hubiera hecho porque no creo que deba estar sola con ese susto...

Ya os contaré si se le pasa el ataque de nervios.

Besitos a todos.